Por Félix A. Zelaya O. (Fazo)

Félix A. Zelaya O., más conocido como “Fazo” por su amigos, es Ing. Industrial, Ing. en Ciencias de la Computación y Técnico Superior en Informática. Él es un apasionado por el desarrollo de software, comenzó su trayectoria en ITGroup y actualmente es Software Engineer en NICE CXone, la plataforma de experiencia del cliente nativa en la nube más reconocida en el mundo.


Ser desarrollador de software es quizás la profesión mejor pagada y la más “hot” de los últimos años, y es que ver esos hermosos escritorios en Instagram, esas relucientes MacBooks con el último chip del año, trabajando en playas o donde quieran para compañías extranjeras, facturando en dólares y con un café al lado, es el sueño de todo junior en la industria. Pero déjame spoilearte la historia acá: todo eso es sólo Instagram.

Los mejores desarrolladores que he conocido a veces ni tienen escritorio y tienen una “compu” viejita la cual saca batalla por los siglos de los siglos.

Cuando comenzamos en este campo estamos llenos de ideas locas, proyectos en mente, empresas, aplicaciones que cambiarán el mundo y creo que es en parte el espíritu que deberíamos mantener a lo largo de nuestra carrera; sin embargo, para entender el mensaje que quiero dejarles debo contarles mi historia.

Mi nombre es Félix Alejandro Zelaya Orellana, tener 2 nombres no es tan “cool” como parece, aumentar uno es peor, soy «Fazo» para los amigos, «Félix» en entornos serios y «Ale» para la familia. Siempre me gustó más Ale y así como mi conflicto de identidad, también me acompañan un triplete de títulos: Ing. Industrial, Ing. En Ciencias de la Computación y T.S. en Informática, prefiero sólo Ale y ya.

Mi historia comienza el 2016 con 22 años al graduarme como Ingeniero Industrial, cuando no tenía ni idea de lo que haría con mi vida. Años antes y por recomendación de mi padre, me había inscrito en la carrera de Técnico Superior en Informática para «complementar» mi formación, ¡gran idea en ese tiempo!, pero en la práctica no cursé ni una materia y dejé esta carrera por ahí, vagando.

En esta incertidumbre que todo graduado atraviesa, me inscribí a cursos de Photoshop, a diplomados y hasta obtuve una beca para realizar una maestría, todo para matar el tiempo. Trabajaba como instructor de gimnasio por algunos meses, aprendí muy bien Photoshop y me gustaba mucho, pero no tenía idea de para qué lo hacía, no es que me iba a convertir en diseñador o algo así; yo había estudiado ingeniería industrial y mi lugar era en una fábrica, con un casco, botas y todo el cuento que me había hecho para mi mismo.

Pasó el tiempo y comencé a amar el gimnasio, la nutrición y el ejercicio mucho antes de la fiebre fitness en mi ciudad (Sucre – Bolivia). Leí por meses todos los artículos científicos sobre ejercicio y nutrición que pude, así que estaba decidido: emprendí mi primera empresa llamada “Sucre Fitness”. Gracias al apoyo de mi mamá, comencé a vender suplementos, compré una cámara y todo el equipo para grabar videos; sin embargo, se frustró mi sueño por una discusión con un nutricionista, ¡no puedes ofrecer evaluaciones nutricionales sin ser Lic. en Nutrición o algo parecido!. Posteriormente, comencé a trabajar como diseñador gráfico, me gustaba ese trabajo, pero pensaba que era una profesión muy sacrificada y mal pagada.

Bueno, ¿ahora qué? Retomé seriamente mi formación académica y decidí darle una oportunidad a la carrera de Informática. Jamás olvidaré ese sentimiento de miedo, vacío, frustración y no pertenencia cuando entré a mi primera clase de estructuras de datos en C++ y ver cómo mis compañeros hacían todo sin mucha dificultad y yo ni sabía qué era un editor de código. Pero así como sentí miedo, sentí en mi corazón una fascinación por el código y lo que podía hacer, ¡imagina crear lo que tu quieras solamente con tu computadora!; ese pensamiento cambió todo en mi.

En ese entonces mi vida personal era aún más desastrosa que mis elecciones de profesión y me refugié en la computadora. Leía y veía todo lo que tenía a mi alcance sobre programación, practicaba horas, me alejé de las fiestas, amigos y me esforcé mucho para alcanzar a mis compañeros; fue tal mi obsesión, que en el 2018 y 2021 fui galardonado como el 1er y 2do mejor alumno de toda mi carrera.

Justo en esa época, escuchaba hablar sobre comunidades de desarrollo, sobre todo la comunidad Google Developer Group (GDG) y la Comunidad Linux de mi ciudad. Fui a los eventos de estas comunidades sin conocer a nadie, ¡quién iba a pensar que esas personas se convertirían en mis mejores amigos!

Pasó el tiempo y me inscribí a cursos de Ethical Hacking, pero descubrí que las redes de computadoras no eran lo mío.

Me inscribí a 10Minds, una de las mejores decisiones de mi vida, me sentía en casa, aprendí desarrollo Web y el framework Angular de cero a cien, Said era un amigo muy querido desde la juventud y hasta el día de hoy un gran mentor.

Comencé a venderme como desarrollador, publicando fotos de mi computadora, del código y de todo lo relacionado (tal como veía publicar a los desarrolladores en Instagram). El primer cliente siempre es el más difícil, hasta que un amigo que no sabía programar consiguió un trabajo para desarrollar una página Web, no dejé pasar la oportunidad y le propuse hacerla y repartirnos el dinero a la conclusión; él aceptó. ¿Recuerdan las clases de photoshop?, pues me ayudaron a darle estilo a esa Web.

Concluí mi primer trabajo y yo me sentía en la cima del mundo, hasta que me di cuenta que no sabía estimar tiempos de entrega, cuánto cobrar, cómo documentar una página Web, ni cómo desplegarla en un servidor real… y volví a ese sentimiento de mi primera clase de Informática, ¡no sabía nada!

Entonces, decidí que esto iba serio, así que me inscribí en secreto a la carrera de Ingeniería de Sistemas (que luego se dividiría en mi profesión actual). Aprobé el examen de admisión y tras una larga conversación con mis padres, ellos me apoyaron. Yo era siempre el mayor en mi clase y estudiar una profesión más implicaba casi 4 años más de estudio, ¡no me importó, amaba esto!

Pasó el tiempo y me invitaron a trabajar en una empresa llamada ITGroup Systems, donde pasé hermosos y alegres momentos, los llevo siempre en mi corazón, aprendí un montón y me enamoré del desarrollo móvil gracias a una maestra en el tema, Kaya Negrón. Me especialicé por buen tiempo en el desarrollo de aplicaciones móviles; y con la ayuda familiar y el dinero que me había dejado mi primer emprendimiento, Sucre Fitness, pude comprarme una MacBook, como ven, ¡nada es en vano!

Así, fundamos con unos amigos la comunidad llamada «Sucre AI», destinada a difundir la inteligencia artificial, tema que nos apasionaba. ¡Qué chistosa es a veces la vida!, tenía título de Ing. Industrial y no tenía trabajo… y con esta otra área (desarrollador de software) tenía trabajo sin siquiera tener un título aún.

El año pasado con 26 años dejé mi ciudad natal (Sucre) y me mude a la hermosa ciudad de Cochabamba, mi nuevo hogar, donde trabajo en una empresa extranjera llamada Nice CXone, con tecnologías que nunca antes había visto, pero ahora la cosa si es seria y el miedo que sentía en esa primera clase de estructuras de datos es parte de mi día a día.

Les cuento esta historia porque talvez te suene, un día decidiste dedicarte al desarrollo de software, eras pésimo en eso, pero por alguna razón te esforzaste y continuaste en este mundo y llega un punto en que crees que lo sabes todo, pero la vida y el código son los mejores maestros y te ponen en tu lugar como lo hicieron conmigo. Solo existe una opción que debes tomar: Limpiarte de la caída y ser mejor que ayer.

El síndrome del impostor está en todos nosotros y me pasa cada día viendo a mis compañeros seniors del trabajo. Siento que nunca seré igual de bueno, cuanto más creas que sepas algo es cuando te darás cuenta que, si estudias de manera más profunda esa tecnología, en realidad sabes muy poco.

Esta bien no saberlo todo, pero debes luchar cada día para ser un maestro en lo que sí sabes, debemos aprender a adaptarnos rápido, a estar dispuestos a sentirnos inconformes, a aprender cosas nuevas, a sentirnos mal, a sentir miedo, a dejar muchas cosas a un lado… todo esto para mejorar y algún día ser enseñanza para alguien más. Esto es lo que se necesita para ser un desarrollador.

Ojalá en algunos años vuelvas a esta lectura así como yo… y con otros ojos, veas cuánto has avanzado.

Si tienes voluntad, entonces existe la forma de realizar cualquier cosa, porque no importa de donde vengamos sino donde vayamos a llegar, ¡hagamos lo que podamos con lo que tengamos pero siempre vayamos a por la victoria!

Atte. Ale.