Por Cecilia González

Cecilia González Paredes nació en La Paz – Bolivia, estudió Biotecnología Ambiental en la Universidad Autónoma de Guadalajara, México. Hizo una especialidad en Gestión de la Biodiversidad bajo un programa de InWent en Alemania, fue allí donde se interesó por la conservación de los parientes de cultivos silvestres, el cual se convirtió en el tema de su investigación para obtener la Maestría en Ciencias, con especialización en Biología y Sociedad en la Universidad Estatal de Arizona en los Estados Unidos.

Cecilia ha sido reguladora de OGM en Bolivia y actualmente trabaja en el área de divulgación científica en la sociedad, sobre todo con el tema de agrobiotecnología, biotecnología y biología sintética, además es tutora voluntaria en Tu Beca Bolivia, tutora en iGEM Bolivia y vicepresidenta de relaciones públicas en Chicas Waskiris.


Recuerdo que en mi paso por una granja “eco”, había la posibilidad de tomar una ducha sin contaminantes. Para ello, no se podía usar jabón regular y si querías lavarte el cabello, te entregaban una tapita de bicarbonato de sodio y un vasito pequeño de vinagre. Uno era para lavar y el otro sirve como un acondicionador. Cualquiera que haya disfrutado la clase de química en colegio, sabría que ambas sustancias no deben mezclarse. Sin embargo, uno de los invitados lo olvidó y menos mal era poca cantidad o la reacción pudo haber durado más tiempo e irritado más sus ojos.

Por mi trabajo, me toca dar muchas charlas sobre biotecnología y varias veces he visitado facultades de carreras de agronomía. Para mi sorpresa, cuando les pregunto a quién le gusta la química, encuentro 2 o 3 manos levantadas. ¿Cómo es posible que estudies una carrera donde la química es base para mucho de lo que tienes que aprender y luego aplicar?

Estos son apenas un par de ejemplos, sobre como en Bolivia no hay un gusto por las ciencias básicas: química, física, biología, matemática. Y si bien, el número de estudiantes ha incrementado en carreras de ingeniería, varios tienen dificultad para cursar las materias que son base en esas carreras.

El problema viene desde colegio y también está muy relacionado con la educación en casa y el apoyo que puedan brindar los padres. Estos factores, que además se complementan y necesitan de políticas claras, apoyo incluso de la academia y hasta del sector privado, influyen en poder generar una cultura científica, que permite un diálogo entre científicos y ciudadanos, logrando hallar soluciones mejor adaptadas a la realidad local y la generación de tecnología innovadora.

Durante la pandemia, tuve la oportunidad de participar en elaborar una propuesta de proyecto que lleva por título: Implementación de Bolivia STEM como complemento en la educación sobre ciencia y tecnología. STEM es la abreviación en inglés para Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática. Esta propuesta es parte del proyecto Construyendo Bolivia, de la iniciativa Tu Beca Bolivia. La idea surgió, al haber tenido este año, la oportunidad de conocer, al menos virtualmente, a más de 5 iniciativas de jóvenes que buscan mostrar lo divertido que es aprender ciencia y tecnología.

Gracias a Microscopía para Todos, Tu Ciencia Joven, EduServer, Peque Innova, iGEM Bolivia, Clubes de Innovación y Emprendimiento, Centro Experimental Bolivia, Chicas Waskiris, Mi Maker House, 10Minds y Mujeres TIC, es que pude visualizar una alianza en favor de nuestros jóvenes y desarrollar maneras de mejorar la educación STEM en Bolivia. En la siguiente figura se expresa la propuesta de cómo proponemos hacerlo.

Figura 1. Proyecto «Bolivia STEM». Elaboración Propia

Todos nosotros estamos convencidos que la educación en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, son precisamente las que menos se fomentan a nivel de colegio, lo cual se traduce en menos jóvenes que opten por carreras en estas áreas y con esto, nos vemos estancados con profesionales con aversión a la ciencia y tecnología, o peor aún, sin capacidad de aplicar el razonamiento crítico en distintas situaciones.

En efecto, no todos nuestros jóvenes optarán por estas carreras. Pero vaya que se necesitan abogados, arquitectos, contadores, comunicadores, psicólogos y más, con un gusto por la ciencia, de manera que ante las avalanchas que tenemos de desinformación, puedan utilizar este razonamiento crítico y saber cómo discernir bulos de información con respaldo científico.

Esto es parte de la cultura científica, que adolecemos en Bolivia. A raíz de ello, muchas inversiones locales, terminan comprando tecnología made in China, porque es más barata y está disponible. Quizás, hubiera costado un poco más, si hubiera sido desarrollada en Bolivia, pero al apoyar el desarrollo de ésta, nuestro sistema de investigación y desarrollo de innovación se vería fortalecido.

Un ejemplo de esto, es Keclon en Argentina. La empresa biotecnológica, fundada por investigadores del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), recibió un aporte de 7 millones de dólares americanos para el desarrollo de enzimas. Esto se traduce en generación de empleos de calidad y posicionarse a nivel regional para abastecer a diferentes industrias de manera sustentable. Keclon financió sus desarrollos a través de aportes de grupos empresarios, mayormente argentinos, entre los que se encuentran Ganagrin y Molinos Agro, así como AxVentures-Pymar Fund de Banco Santander.

Solo el anterior ejemplo, basta para demostrar que la relación virtuosa entre Academia, Gobierno, Sector Privado y Sociedad, es capaz de generar industria innovadora en un país. Y esto solo se logra, si desde colegio motivamos a que todos se diviertan y aprendan las materias que parecen ser las más pesadas, y sin embargo, cuando son enseñadas con más recursos experimentales, mejores metodologías para explicar, los resultados son tangibles.

El PhD. Saúl Escalera, de la Universidad Mayor de San Andrés, publicó el 2017 un ensayo sobre cómo desarrollar una cultura científica en la sociedad boliviana. Quiero cerrar este aporte, con una cita de su trabajo:

Un ciudadano bien informado puede valorar el conocimiento científico y tomar mejores decisiones respecto a: qué consumir, cómo cuidar la salud; cómo cuidar el planeta, cómo usar la tecnología, cómo ser ciudadanos críticos o cómo ser ciudadanos cívicamente comprometidos. Pero esta cultura científica no es solo conocer contenidos escolares o noticias de ciencia o tecnología, se trata de que las personas tengan disponible información, ideas y capacidades para pensar y hacer, a partir de “islotes de racionalidad” que han ido construyendo desde la niñez a partir de experiencias, prácticas e información sobre ciencia y tecnología.

A pesar de los obstáculos en Bolivia, y con el trabajo colaborativo entre jóvenes, maestros y profesionales, se podrá empezar a sembrar la semilla de una educación más enfocada en ciencia y tecnología, que abra los ojos a nuestros jóvenes y permita desarrollar su capacidad creativa e innovadora.