Por Diego Rojas

Diego Rojas estudió una maestría como Becario Fulbright en Sistemas de Energía en Northeastern University, al igual que una especialidad en Liderazgo Ingenieril. Diego tiene una licenciatura en Ingeniería Mecatrónica de la Universidad Católica Boliviana y ha representado a Bolivia en varios eventos en Corea del Sur, Alemania y Suiza. Tiene experiencia profesional en Bolivia, Estados Unidos e Italia y actualmente trabaja como Ingeniero de Proyectos en Piusi – Italia. Es además Director Operativo de Tu Beca Bolivia y CEO de PasanaQ.


Baterías de litio. Un sustantivo que seguramente hemos escuchado mencionar, más aún como bolivianos. Así como alguna vez el petróleo fue llamado el oro negro por su valor a nivel mundial, muchos describen al litio como el nuevo «oro blanco». Y es que el papel que actualmente juega este metal a nivel global y la importancia que se espera que tenga en un futuro próximo han logrado posicionarla como una de las materias primas más valoradas. Ahora bien, las baterías de litio vienen siendo utilizadas por décadas en dispositivos portátiles como celulares y computadores; sin embargo, el boom del litio se da por una apuesta que muchos países y grandes empresas automotrices del mundo están realizando: la revolución eléctrica del parque automotor. ¿En qué consiste esta revolución?

Figura 1. Piscinas de evaporación de Litio en Uyuni – Bolivia. El conseguir carbonato de litio es un proceso largo y complicado.

Un tercio de toda la energía consumida en el mundo es por el transporte: automóviles, aviones, trenes y barcos entre otros. El problema es que el transporte produce también un tercio de la contaminación a nivel global. Esto ha generado que empresas como Tesla o Nikola, las cuales han empezado a comercializar autos eléctricos, tengan un gran recibimiento por la promesa que traen consigo de producir automóviles que no contaminen y con las mismas prestaciones de un automóvil con motor de combustión interna.

Es importante mencionar, que esta tecnología no es nueva. Si retrocedemos 100 años en el tiempo, veremos que el transporte público era eléctrico e incluso el mismo Henry Ford estaba desarrollando automóviles eléctricos. Lo que en ese entonces ocasionó que el motor a combustión interna logre dominar el mundo automotor, fue una combinación de intereses económicos y políticos, y la gran abundancia del petróleo (podemos agregar igual que hace 100 años, no se conocían los efectos nocivos de la contaminación). Hoy estas variables están volcándose hacia el automóvil eléctrico: Las dos personas más ricas del mundo tienen inversiones en compañías de baterías eléctricas; el gerente de Tesla es ya la quinta persona más rica del mundo; y finalmente, 197 países se comprometieron a bajar el nivel de contaminación del planeta.

Figura 2. Imagen cortesía de BYD. En la imagen más grande se ve cómo el transporte en 1917 consistía en carrozas tiradas por caballos y transporte público eléctrico (ningún automóvil con motor de combustión interna). En la segunda imagen, el auto eléctrico desarrollado por Henry Ford.

Esto en otros tiempos hubiese sido suficiente para volcar la balanza en favor de los autos eléctricos, sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Si bien Tesla, BMW y Ford entre otros ya tienen a la venta autos eléctricos, el precio de estos es mucho más alto que el de un auto común, la razón es que las baterías todavía son muy costosas. ¿Cuán costosas? Hace una semana Elon Musk anunció que Tesla reduciría en un 40% el costo de sus baterías, con lo cual podrían producir automóviles que cuestan 25,000$. En comparación, un Kia Rio modelo 2020 nuevo cuesta 16,000$. Es decir, que aún con los avances que Musk promete en un par de años, el precio de los automóviles eléctricos todavía no podrá competir económicamente con un carro convencional.

Entonces, ¿Qué es lo que le falta a la ecuación? Lo mismo se preguntan líderes políticos y grandes empresarios, además que todos buscan la misma respuesta: encontrar una batería que sea barata, segura y que dure por mucho tiempo. Haz memoria y te darás cuenta que la batería de tu celular no dura más de dos años, este es el principal inconveniente con las baterías de litio. Añadiendo a este problema, su producción es bastante costosa pues el litio es de difícil extracción, industrializarlo es complicado y sus aplicaciones en el futuro no son todavía bien entendidas. Es por eso que el solo hecho de poseer litio, no le asegura a ningún país o persona dinero caído del cielo. Bill Gates apuesta por baterías de litio en estado sólido, contrario a las actuales que tienen un líquido como electrolito. Universidades como MIT apuestan por baterías con materiales que no sean litio y compañías como Toyota apuestan por autos que no contaminen y no usan baterías, sino que son propulsados por hidrógeno. Es decir, todavía no existe una respuesta definitiva al sueño del automóvil que no contamine. Y la verdad es que el santo grial de las baterías todavía no se ha encontrado.

Seguramente escucharemos en los próximos años sobre muchas innovaciones en baterías y quizás como en toda carrera, haya un solo ganador y varios perdedores. Como Bolivia, por lo menos deberíamos entrar al juego al poseer tal vez la reserva más grande de litio del mundo. Las baterías han estado dando vueltas desde 1800 y es una tecnología difícil de desarrollar. Pero estoy seguro que tenemos el talento humano y la materia prima una vez más juega a nuestro favor.